Me levanté pensando en cosas que no debía, me comporté de forma frívola. Hice promesas que espero cumplir. Después comí chocolate.
Vuelvo con el chocolate mientras me censuro y le doy vueltas a mi autodestrucción.
Y por último, escribo entradas de las que me hacen vomitar (no vomitar chocolate, anda, qué asco).
Hoy estoy como el día, ni nublada ni con sol: revuelta.