jueves, 25 de junio de 2009

AUTORREALIZACION I

Nos empeñamos en construirnos una realidad ficticia con cosas materiales y aspiraciones del montón, genéricas, pensando en que es lo que nos debería gustar porque es lo que a cualquier persona le gustaría. Aclararé algo: yo no soy cualquier persona. No pretendo decir con esto que sea más especial que los demás, ni que esté por encima, es que simplemente ni yo ni nadie es cualquier persona. Me duele la boca y los dedos de decirlo, joder, la normalidad no existe, ni la “igualdad”. No existen en el sentido de que todas las personas no somos iguales: no pensamos igual (por mucho que nos obliguen en el fondo no), ni vivimos igual, ni tenemos los mismos gustos ni estornudamos igual ni soñamos las mismas cosas. Hay que metérselo de una vez en la cabeza, en serio, cuanto antes mejor. Una vez que nos concienciemos de esto, hay que plantearse qué es lo que va mal, lo que nos han colocado como oferta en nuestra vida al comprar dos yogures de más y que, la verdad, no necesitamos. Para coger polvo ya estás las cosas de cuando eras pequeña que no quieres tirar. Hay cosas que siempre hemos dado por hecho que están ahí, y ahí se quedarán porque debe ser así; porque así está escrito y si lo cambiamos el universo se desequilibrará y el karma nos golpeará con el peor sarpullido o herpes labial de todos los tiempos.

No estoy diciendo tampoco que busquemos ser diferentes en todos los sentidos, o que haya que considerarse a todas horas diferentes al resto. Somos humanos y, al ser de la misma raza, todos tenemos sentimientos y necesidades, todos estamos vivos y la vida nos iguala a todos al acabar con la muerte. Son cosas por las que todos pasamos, enamorarse, decepcionarse, entristecerse o alegrarse, emociones que sentimos todos alguna vez en la vida, aunque estén provocadas por hechos dispares. Me fastidia toda esa gente que critica al resto sintiéndose superiores a los demás por el simple hecho de gustarle algo de cierta calidad. Es verdad que hay gente que es estúpida y no se da cuenta de que cree que el modo de vida que lleva y lo que espera de la vida es mediocre, y además de eso, la gente a la que desprecia en el presente será la propietaria de los culos que tenga que besar en un futuro. Pero esas personas posiblemente se darán cuenta de sus errores con el tiempo y si están demasiado ciegas para verlo, se merecen lo que les ocurra, porque se lo habrán buscado ellos. Y con esto tampoco quiero decir que yo no critique y me ponga por encima de los demás muchas veces.

En realidad lo que intento decir, es que, por mucho que nos duela, no somos superiores a nadie por el simple hecho de que venimos de un orgasmo como el resto de los seres humanos y que no se salva ni la reina del baile, por muy guapa que sea, de palmarla.

Sinceramente, apartando las distinciones elitistas que sólo nos rebajan y no nos ayudan a mejorar, habría que ser consciente de uno, de una misma y decidir si la forma en la que pensamos y en la que elegimos cómo queremos vivir está hecho para nosotros o es algo que nos han metido en la cabeza a base de refrescos de cola que venden la felicidad embotellada.

Y es que, lo genérico sólo debería existir para los medicamentos.

lunes, 22 de junio de 2009

and the winner is...

La verdad me gustabas más cuando eras un fracasado sin futuro ni expectativas. Me gustaba tu expresión tímida cuando querías decir algo que pensabas o tenías guardado para tí, tu pelo descuidado hacía que no pudiera controlar las palabras que salían de mi boca y tus gafas te daban ese toque tan especial...

Guarda esa falsa arrogancia y esa sonrisa de satisfacción, de mí puedes olvidarte, carteles y pósters con guaperas de cartón hay en cualquier habitación o carpeta de niña suprahormonada. ¿A qué viene esconderse detrás de unas estúpidas lentillas?

viernes, 19 de junio de 2009


Qué decir... ya lo dijo Einstein, el universo y la estupidez humana son infinitas.

Está claro que en mi caso la estupidez existe en abundancia, y en cuanto al universo...dicen que últimamente se expande.

Mi cerebro también.



Me duele la cabeza.


viernes, 5 de junio de 2009

ainss

-Hey espera, ¿oyes eso?

-¿Qué?¿el qué?

-Eso, escucha.

-No sé a qué te refieres.

-Que sí, es jodidamente genial.

-Yo no oigo nada.

-Pues eso es lo genial, cuando por fin cierras la maldita boca para concederle el turno de palabra al silencio.




















Esto es lo que pasa cuando tu vecino tiene un cocodrilo de plástico pegado a la pared del patio, y nadie te avisa de que es de mentira, y tú te asomas al balcón y crees que este año las lagartijas crecen con la crisis.



O algo

miércoles, 3 de junio de 2009

Hace un rato que me he dado cuenta de su ausencia. Su marcha me ha provocado la más terrible de las angustias y, como una vulgar yonki, he tenido que recurrir a la evasión para poder soportar el dolor que comenzaba a atenazarme por dentro. Soñadora comencé a evocar sus atractivas formas, las sinuosas líneas que momentos antes habían recorrido mis asombrados ojos. La maravillosa elegancia de sus ágiles y danzarines movimientos y en resumen, su gracioso y esbelto porte. Hasta que un destello de descuidado revoloteo atrajo mi atención hacia la ventana. Esta vez se trataba de un saltamontes bailarín, cuyo provocador balanceo me invitaba a abrir la ventana y sin poder evitarlo allá se dirigió mi mano. El susodicho galán saltó hacia dentro encaramándose a mi escritorio, donde me miró orgullosamente. Yo le devolví la mirada, y él, consciente de mis antenciones, se puso a saltar ladeado con una altanería que nada hubiera envidiado al rey del rock. Subyugada me encontraba ya bajo el hechizo de sus movimientos cuando se oyó un zumbido cercano. Ambos dirigimos los ojos al exterior y allí estaba ella, una araña gorda y de voluptuosas formas que correteaba coquetamente sobre su telaraña, en la cual había apresado un mosquito que se me antojó muy familiar. En ese instante me di cuenta, ¡el anterior inquilino de mi ventana! El que tanto dolor había dejado tras su paso se hallaba ahora, por caprichos del aire primaveral y de una gorda multipatas a las puertas del exterminio. Cansada de tantas desventuras y sentimientos que no llevaban a ninguna parte, cerré la ventana con fastidio, justo a tiempo de pillar en el marco al saltamontes rompecorazones y a la gorda putona que se disponían a fugarse juntos. Tras esto deshice la telaraña con desgana y ésta y su ocupante fueron a caer al cubo de la fregona que había en el patio. Ni siquiera le dediqué un último vistazo a los cuerpos esparcidos ni un sentimiento de culpa por el crimen desapasionado que acababa de cometer.

La primavera es así, espachurra sentimientos, provoca estornudos incontrolables y te irrita los ojos. Pero es flor de un día.