martes, 28 de abril de 2009

Alo?


No sabría decir qué hora era, sólo sé que no estaba estudiando mucho, como de costumbre, cuando sonó el teléfono de forma grosera y sin avisar. Fui a cogerlo fastidiada y me fastidió más aún ver que aparecía la palabra SECRETO en la pantalla. Sin dar la cara encima. Contesté para poder colgar lo antes posible y cual fue mi sopresa al oír la voz que salió del teléfono:

- ¿Diga?

- Hola. Le.informamos.de.nuestro.nuevo.servicio.de.llamadas.... y así seguía hablando de no sé qué historia que querían venderme...nada más y nada menos que el propio ¡Loquendo!

- Adiós.


Sí. Esa fue la única respuesta que se me ocurrió en ese momento de shock. Le respondí a un programa de voz por teléfono. Me despedí de un programa por teléfono. No se podrá negar, que al menos, fue muy educado por mi parte. Claro que también es bastante estúpido, pero es la respuesta automática que salió de mis labios sin que tuviera tiempo de poder evitarlo. Y es que, cuando al fin colgué y me senté porque mis piernas amenazaban con dejar de sostenerme, me di cuenta de la terrible realidad.


¡Loquendo sabe el número de mi casa!


Me estremezco sólo de acordarme, quien sabe qué más cosas íntimas ha podido averiguar desde la soledad del anonimato.


Aunque por otra parte me siento halagada, de entre todos los teléfonos posibles, ha elegido llamar al mío.


En fin, tengo que colgar


Gracias por llamar :)

jueves, 23 de abril de 2009

Muerte en el paso de cebra

Con un título tan explícito pensaréis que ya he contado el meollo de la historia que nos acontece. Pues no. No mis queridas e inexistentes mentes lectoras, en absoluto. La historia empieza una perezosa tarde laborable de paseo por la ciudad. Hace un día bonito, el sol brilla con fuerza achicharrante, los niños juegan y gritan como demonios que son , las palomas se te cagan en la cabeza desde los árboles...Un día primaveral sin alergia de los que hay uno cada bisiesto. En esas estaba yo, admirada por la belleza contaminante de la ciudad, charlando con un amigo que no veía desde hace tiempo cuando, somos atacados por una salvaje paloma radiactiva, que por lo visto, llevaba toda la intención de meternos las plumas del ala en un ojo. Con lo que me molesta a mí que me toquen la retina sin tener confianza. Tardamos unos momentos en recuperarnos del susto y es en ese momento cuando supe que el brillo maligno de esos ojos opacos me perseguirían en mis pesadillas para siempre.
Profundamente turbada, dejé que el humo de los coches me envolviera en sus tóxicos brazos gaseosos e intenté olvidar el incidente de camino a casa. Los hermanos Gallagher casi me habían hecho olvidar el trauma cuando, en un paso de cebra ocurrió.
Estaba cruzando deprisa porque veía que los coches se habían puesto en movimiento y se acercaban con velocidad arrolladora. Pero ¡tragedia! Una despistada mujer con un móvil avanzaba temerariamente despacio sin fijarse en los coches ni en la anciana sordomuda en silla de ruedas que la adelantaba (tampoco el gesto obsceno que la anciana motorizada le dedicó). Era la típica jefa que se tira a su secretario,vamos, la del móvil digo. Pobre, mandando sms comprometedores justo antes de morir atropellada ¿hay algo más original que eso?
Después...un pitido, un grito, un toque al móvil, una carrera y...se salva (sí, yo también esperaba desgracia pero ya lo he avisado).
Lo siguiente que oí fue algo como:" ¡Mierda!¡Me he quedado sin saldo!" Así que supuse que no tenía ni conmoción ni shock ni se había despeinado. Pero yo sí que tuve un momento de shock. De hecho el terror me paralizó cuando, en una milésima de fracción decimal de un segundo me fijé en el semáforo y lo vi. Vi el brillo rojo de los ojos opacos de la paloma brillando amenazadoramente en aquel semáforo. Y tenía razón, desde entonces me persigue en mis más negras pesadillas. Tanto es así que hasta me ha cambiado el horario de sueño.

No he vuelto a dormir en clase.


Chan
Chan

martes, 14 de abril de 2009

Los hechos que se narran a continuación son de un horror y un salvajismo indescriptibles. El espanto al que se someterán los insensatos que se atrevan con la lectura de tales acontecimientos es de proporciones ridículas. Ridículamente grandes quiero decir. Por tanto, personas fácilmente impresionables, abstenerse. Afectados del corazón, abstenerse. Aquejados de jaqueca, abstenerse. Niños corred con vuestra mamá. Enfermos mentales, esto no existe, abstenerse. Asesinos psicópatas, esto no es una buena fuente de inspiración, abstenerse. Felices enamorados, abstenerse. Emos, id a peinaros el flequillo. Demás tribus urbanas id a por algún emo. Mascotas que sepáis leer, abstenerse. Mascotas que no sepáis leer, no permitáis que vuestros amos lean esto. Amos de las mascotas, hacedles caso. Estudiantes sin ganas de estudiar, abstenerse. Estudiantes con...Profesores, abstenerse. Androides, abstenerse. Freaks, nerds, empollones...abstenerse. Humanos en general, abstenerse. Fans de los jonas brothers, fuera de aquí!! Extraterrestres y dibujos animados, abstenerse. El resto ahí queda el aviso, no sigáis leyendo.
































































Oh mierda. Mi blog ha decidido abstenerse.

viernes, 10 de abril de 2009

Mi gato de ojos de colores es alérgico a las mentiras


Se llamaba Rocío y estaba en mi clase de preescolar. Era muy mentirosa, mucho. Inventaba historias fantásticas sobre todo. Si le hablabas de mascotas, ella decía que tenía un gatito blanco, precioso y que sus patas eran de colores. Que sus ojos cambiaban de color. Y que tenía muchos porque su gata acababa de parir. Rocío tenía siempre mucho de todo. Su casa debía de ser enorme. Otra vez yo llevé un anillo con una piedrecita verde. Me gustaba mucho mi anillo, me lo habían regalado y estaba muy orgullosa de él. Ella me dijo que en su casa tenía cientos de anillos. Montones. Cajas llenas de cientos de anillos como el mío, en todos los colores. Y la cosa no quedaba ahí. Eran anillos con poderes. Seh. Cada uno, depende del color que tuviera su piedrecita, tenía un poder distinto. Le dije fascinada que trajera algunos para enseñárnoslos. Ya que poseía tal riqueza absurda, los podía compartir. Afirmó que nos daría uno a cada una, prometiéndonos así fastuosos poderes, y aseguró que los traería al día siguiente. Pero el día siguiente nunca llegaba y tuve que quedarme sin ver el fenómeno de los anillos mágicos. He de confesar que por aquel entonces, a mis ingenuos cinco años, la creía. Me creí todas sus historias al principio, y como yo, todas las demás de la clase. Yo veía todo eso en mi cabeza: veía al precioso gatito blanco maullar con sus pezuñas coloridas, veía el gran almacén abarrotado de cajas amontonadas, brillando misteriosamente con el poder de los anillos. No entendía por qué no podía ser todo eso, si yo lo veía en mi cabeza como algo perfectamente viable. Ella nunca dejó de inventar, aunque llegó un momento en que le pillamos un par de mentiras y ya no volvimos a caer más, terminamos por darle la razón como a los locos. Con todo, Rocío no era mala, ahora pienso que sólo tenía envidia quizás, de las cosas de las demás. Es más, me hizo un favor incluso, porque gracias a su vasta imaginación nos salían juegos muy interesantes. Una vez, en uno de esos juegos, me enfadé con ella. Lo típico, era el pan de cada recreo. Me fui toda indignada por el patio, sin querer hablar con nadie. Poco a poco fui andando más y más deprisa. Mi alrededor se difuminaba, se disolvía por los lados y me encontré de pronto en un lugar totalmente distinto. Seguí andando por aquel sitio hasta que me cansé y tocó la sirena. Ella nos mostró su imaginación, compartió, sus historias y nos enseñó a inventar.

Después de todo era buena gente. Me gustaría saber dónde estará ahora, y qué pasó con su gato.

sábado, 4 de abril de 2009

camiseta desteñida

El helado se derrite. Es un concepto aceptado universalmente por todo el mundo, se puede decir y nadie se escandaliza. Por esto comer helado directamente de la tarrina es peligroso, una nunca sabe lo que se ha comido hasta que, en un respiro entre mordisco y mordisco, echas una mirada general para buscar trocitos, si los tiene, o picos para redondearlo. Es entonces cuando llega el horror y luego el estupor, en ese orden: horror por descubrir lo que te has zampado y estupor por no haberte dado cuenta de todo lo que te has tragado (es increíble lo que puede llegar a absorver la obsesión por buscar la redondez perfecta en un helado) y además en un cortísimo periodo de tiempo. Por todo eso y mucho más que cada cual sabe ya…

Y ahí me quede. No fui capaz de escribir nada más, me falta la finalidad. Es un texto sin finalidad ni objetivo. Es un sinsentido porque, dime para qué divagar sobre comer helado si no es para acabar rematando con algo mínimamente ingenioso, irónico o al menos servible (aunque sea como papel higiénico).
Mi texto no tiene finalidad, no tiene sentido, por lo tanto, no tiene sentido escribir este texto. Toda la accin que me ha llevado a crear este pedazo de mierda ha sido un completo sinsentido y me estoy repitiendo demasiado ya. La ´´unica conclusión que saco de todo esto es: ahora mismo soy un sinsentido en mí misma.

¿Qué?¿Acaso vas a hacer algo al respecto?Ja!Me gustaría verlo.



Por favor, haz algo al respecto.