sábado, 8 de enero de 2011

Días de escuela

No pude evitar que apareciera una leve sonrisa en mi cara, así como de reojo. Expresión que contrastó con la persona que se encontraba inmediatamente a mi lado, cuyo semblante se tornó repugnado, ofendido y al final compungido. Me miró. La miré.
Le sonreí.
Me aparté.

En cuanto mi dedo se levantó, acusador, hacia ella y la señaló como una sentencia de muerte, me arrepentí. Era ya muy tarde. Se pasó la adolescencia luchando contra un mote injusto y yo contra mil remordimientos. Soy una cobarde, lo sé.

Pero ella siempre será la pedorra.

viernes, 7 de enero de 2011

Soy demasiado vaga para mantener un blog, no digamos ya más de uno. De hecho hace unas cuantas lunas me invitaron a uno, así, sin conocerme, ni preguntarme si estoy a favor o en contra del toreo, ni nada. En realidad buscaban a otra persona, que escribía mejor, sin duda, y que seguramente tuviera una piel lisa y no de adolescente en plena pubertad como la mía a pesar de haber llegado a la segunda década.
No sé cómo nadie en su sano juicio querría tener un blog compartido conmigo, ni siquiera soy capaz de mantener este con cierta frecuencia: o bien estoy meses sin escribir ni mirarlo o bien hay épocas -días, casi siempre- en los que escribo varios posts a la vez, seguidos.

Pues bueno, del blog aquel me echaron. No es que tuviera ningún problema ni no les gustara lo que escribía, es que no llegué a escribir nada. De todas formas no era algo que se pareciera a mi gusto, que tampoco es demasiado exquisito, era más bien como un intento fallido de copia de Twilight, así que tampoco me puse demasiado triste cuando después de varios meses accedí a mi blog y vi que ya no era parte del otro. Sé que a lo mejor doy una impresión arrogante pero soy de las que piensan que alguien que escribe con tantas faltas de ortografía no tiene muchas cosas interesantes que decir.
Quizá sí soy arrogante.

Pues me importa una mierda.

miércoles, 5 de enero de 2011

Llegó el momento. Ahora, con toda seguridad y sin que me tiemble la voz, puedo decir que necesito todos y cada uno de los dedos de mis manos y pies para contar los años que tengo. En un momento tan solemne solo se me ocurre estar agradecida con quienes han hecho esto posible:

A mis dedos meñiques, gracias, de corazón.

Ojalá la evolución no se ensañe con vosotros. La canción de los que "Fueron al campo y se encontraron un pajarito"(en realidad no sé cómo se llama) y momentos gloriosos como este son los que hacen que la vida merezca la pena.

And again, maybe I'm stupid

Contempló su pálido rostro en el espejo. Unos ojos hundidos y tristes le devolvieron una mirada cansada, enmarcados por una larga melena negra que bajaba por los hombros medio palmo y por detrás seguía la espalda hasta la mitad. Fue fijándose en sus rasgos, intentando retenerlos en la memoria por última vez. No le gustó mucho lo que el cristal le devolvía. Estaba cansada, cansada de ser siempre la misma y sobre todo de intentar cambiar de forma y ya estaba harta, no funcionaba, nunca lo hacía, no como ella quería. Desvió ahora sus ojos hacia un pequeño objeto brillante, metálico y puntiagudo que se había llevado consigo al baño antes de encerrarse a solas con su reflejo.
Lo cogió con decisión, agarrándolo fuertemente para demostrarse a sí misma que podía y hacer notar su determinación, era lo mejor y la única salida, se dijo, cortaría por lo sano y pronto el problema habría acabado. Cerró la mano izquierda en un puño con fuerza, hasta clavarse las uñas en la palma de la mano y con la derecha, algo temblorosa comenzó a cortar. Sorprendida notó que no le dolía, pero en ese momento no podía sentir dolor, al contrario sintió una sensación de…libertad. Siguió cortándose, notando, lentamente como uno a uno, los hilos que la mantenían atada se rompían, haciéndola cada vez mas ligera. Hasta que se acabó.
Soltó las tijeras de improviso, sintiéndose repentinamente vacía y débil, respirando entrecortadamente y abriendo mucho los ojos, como dándose cuenta por primera vez de lo que acababa de hacer. Pero ya no había vuelta atrás. Un nudo en su garganta crecía hasta ahogarla y nublarle la vista, aún resonaba en sus oídos el eco de las tijeras chocando contra el mármol. Notó como las fuerzas la abandonaban y se sujetó como pudo entre espasmos con sus temblorosas manos manchadas al lavabo. Al dirigir su mirada hacia abajo lo vio todo lleno de aquello. Giró la cabeza y vio caer desde su hombro lo que había estado siempre allí, como en una película a cámara lenta, un gran puñado de mechones de pelo negro descender suavemente hasta posarse en el suelo.













A mis más fieles seguidores, antiguos de fotolog, les sonará este texto. O puede que no les suene, no sé si se acordarán (en realidad no sé por qué hablo en plural porque de aquellos días solo una persona me sigue ahora en blogspot y a lo mejor ni siquiera lee esto). El caso es que este texto existió hace ya mucho (dos años y pico) y era uno de mis preferidos -por aquel entonces no tenía la maravillosa habilidad para expresarme por escrito de la que ahora me avergüenzo presumo.
Pero para qué engañarnos, sigue siéndolo. Y con esto quiero avisar, volveré a poner textos del fotolog que me gustaron y de los que me sentí orgullosa porque...siendo sinceros, no he mejorado mucho.

Además, ¡este me venía al pelo! (Lo sé..podéis abuchearme)