martes, 12 de mayo de 2009

pain...with love

Y es que quizá nunca me había parado a pensarlo, pero el dolor de los demás puede ser el que más nos duela a nosotr@s mism@s. Cuando la situación no nos afecta directamente, hacerse eco del sufrimiento de esas personas, es sin dudarlo, una dosis de humanización y de empatía hacia ellas. Comprender que nada de lo que digas les hará sentirse mejor, pero estar para ofrecerles un abrazo o una mano a la que aferrarse al ver que el mundo entero y con él todas las pesadillas se abalanzan sobre ellas. El dolor en demasiadas ocasiones no se puede borrar, especialmente el no físico, y sólo cabe aceptarlo y aprender a vivir con él...

Un pensamiento por los que están...y por los que estuvieron

domingo, 3 de mayo de 2009

Under zero









"You'll never know the way your words have haunted me



I can't believe you'd ask these things of me



You don't know me



Now or ever



You belong to me, my snow white queen..."





- I don't belong anybody.



Tengo un documento con este nombre, Under zero, y cuando lo creé fue en parte por la época del año que era y en parte, la mayor parte, por como me sentía en esos momentos. El tiempo no era lo único congelado entonces. Y quizás ahora que se han ido las blancas temperaturas, siga esa cosa fría que no tiene que ver con la meteorología. Quizá más frío que el exterior sea el interior mismo.
“I've never feel this way before” parece ser una frase muy buena ahora, pero no en el sentido en que se suele cantar. Nunca había estado tan…fría no es la palabra, es…indiferente. Porque no hay resentimiento, ni celos. Ni siquiera puedo recordar nada como solía hacerlo y recrearme en el dolor con los recuerdos o llegar a sentir pena al menos.
No es malo en realidad ni bueno, simplemente no es nada.
Es sólo que…no había estado así antes y no sé como tratarme a mí misma. He cambiado tanto en tan poco tiempo que a veces no me reconozco. ¿Quién es esa que se mira en el reflejo de la ventana e intenta pensar como antaño? Algo por lo que en otro tiempo lo habría dado todo sin dudarlo ahora me aterroriza. La simple idea de pensarlo hace que quiera huir, lejos, y apartarlo de mí, igual que se aparta una molesta mosca con la mano.



No es que haya madurado es que es un cambio radical que me ha dejado bastante aturdida, y las normas de cortesía convencionales no parecen servir para mantener conversaciones interiores sin imprevisibles cambios de humor.
Me digo a una y otra vez, que no es que vea las cosas tan diferentes ahora, si no que espero cosas diferentes de personas diferentes. La cuestión es encontrarlas y mientras tanto sólo queda esperar.

Esperar, congelada bajo cero.