viernes, 7 de enero de 2011

Soy demasiado vaga para mantener un blog, no digamos ya más de uno. De hecho hace unas cuantas lunas me invitaron a uno, así, sin conocerme, ni preguntarme si estoy a favor o en contra del toreo, ni nada. En realidad buscaban a otra persona, que escribía mejor, sin duda, y que seguramente tuviera una piel lisa y no de adolescente en plena pubertad como la mía a pesar de haber llegado a la segunda década.
No sé cómo nadie en su sano juicio querría tener un blog compartido conmigo, ni siquiera soy capaz de mantener este con cierta frecuencia: o bien estoy meses sin escribir ni mirarlo o bien hay épocas -días, casi siempre- en los que escribo varios posts a la vez, seguidos.

Pues bueno, del blog aquel me echaron. No es que tuviera ningún problema ni no les gustara lo que escribía, es que no llegué a escribir nada. De todas formas no era algo que se pareciera a mi gusto, que tampoco es demasiado exquisito, era más bien como un intento fallido de copia de Twilight, así que tampoco me puse demasiado triste cuando después de varios meses accedí a mi blog y vi que ya no era parte del otro. Sé que a lo mejor doy una impresión arrogante pero soy de las que piensan que alguien que escribe con tantas faltas de ortografía no tiene muchas cosas interesantes que decir.
Quizá sí soy arrogante.

Pues me importa una mierda.

No hay comentarios: