martes, 30 de noviembre de 2010

Le doy vueltas a una idea en mi cabeza. Una mirada de 360º y me parece brillante, la giro otro tanto y la encuentro arrugada y sin gracia.
En el prelavado todo estaba borroso, la idea aún no estaba muy definida y apenas sí la conocía, llena de manchas de aburrimiento.
Con la llegada del suavizante y el detergente empecé a verla más clara, con nuevos ojos. De textura fina, olía a genialidad, incluso diríase que la inspiración (un calcetín rojo de lana) la había desteñido.
La idea comenzaba a brillar por sí sola y justo cuando parecía que iba a encenderse la lucecita que señalizaba el acabado junto al botón rojo, se puso en marcha el centrifugado.
Ahora mi pobre idea, solitaria en la máquina infernal, giraba y giraba tan deprisa que sus límites se me antojaban borrosos y su anterior -si es que realmente la tuvo- genialidad se disipaba entre los resquicios de mi mente febril. Perdió el desteñido. Acabó hecha un giñapo.

Se me estrelló contra la parte occipital y allí se quedó, escurriéndose, deshecha, como un huevo que pretendía ser tortilla y no llegó a coger forma.

3 comentarios:

Cristina dijo...

Yeah, pero el segundo es un proyecto invisible para cualquier persona que no sea yo.
Creia que hablabas de tu primera lavadora y te iba a comentar lo del niño oriental que se ha quedado atrapado dentro de una, pero si es de tortilla de lo q hablas no tiene mucho sentido.
PD: cuanto tiempo sin dejar un comentario...

Menscon

Cristina dijo...

Pues acabo de encontrar en un correo información sobre aquel fotolog que no recuerdo si llegó a abrirse...mmm.. y hace poco me encontré en un cuaderno (donde no está escrita la palabra pene) algo sobre un blog en común que no tenía mala pinta pero que se quedo en solo en la idea.

Denlici

Julio. dijo...

Metáforas de la vida cotidiana, que lindas son..