miércoles, 10 de marzo de 2010

Pasaba por aquí



Yo hoy venía dispuesta a escribir un post largo, larguísimo sobre algunas de las muchas inquietudes que me perturban últimamente, cómo por ejemplo, qué hacer con mi vida el año que viene, qué pasará si intento el cambio de carrera y luego no entro en la que de verdad quiero, si debo considerar seriamente dejar el problema de los acentos del ordenador en manos expertas (sigo sin poder ponerlos, lo que pasa es que tengo un método infalible para escribir letras con acentos) si mis moscas okupas: Cecilia y Ester, volverán a mi ventana o sólo fue una relación esporádica... Todos esos y otros muchos temas iban a tener cabida aquí, en este espacio de libre expresión tan frecuentado olvidado por mis lectores imaginarios, inventados y demás habitantes de, pues, de esto de aquí.




Pero me acordé de algo que me llevaba rondando por la cabeza hace algunos días y me he tirado como media hora delante de la pantalla mirando esto:





Seguramente si tuviera twitter twittearía algo sobre esto, quién sabe si la reducción de caracteres me haría escribir menos estupideces con algo de ingenio.

Aunque lo dudo, y aún así, todavía quiero hacérmelo. ¿Será que como es gratis y nos educan para que lo queramos todo, en realidad no lo quiero sino que es sólo otro capricho del que me olvidaré en cuanto encuentre algo de chocolate? ¿Es mi hambre esa que habla? ¿Acabaré haciéndome uno y olvidando para siempre el blog como vosotros, mis queridos lectores inventados? ¿Pondrá mi madre hoy lentejas como me temo?

Tantas incógnitas y tan pocas horas de sueño, sólo me queda por decir:

¡¡Muerte a las legumbres!!

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